viernes, 16 de septiembre de 2011

10. YUCATÁN BAJO LA BARBARIE

Con gran dolor y zozobra, acabo de enterarme de la terrible agresión que ha sufrido el insigne escritor, poeta, maestro y amigo maya yucateco Feliciano Sánchez Chan.
Resulta que se atrevió a comentar sobre la corrupción y los malos manejos para la asignación de plazas en la Unidad Regional Yucatán de la Dirección General de Culturas Populares e Indígenas, dependencia del CONACULTA donde el maestro Sánchez Chan labora desde hace más de dos décadas. El agresor, por increíble que parezca, es el representante sindical del agredido, quien se llama Manuel de Jesús Rubio Canul y dice ser antropólogo.
En palabras del agraviado Sánchez Chan, dejamos el relato de lo ocurrido el pasado martes 13 de septiembre:
"Registré mi salida en el reloj checador de la Unidad Regional Yucatán de Culturas Populares (calle 73 num. 452 por 73 y 73 A, col. Centro de Mérida) a las 15:06 hrs. y me dirigí a mi coche que dejé estacionado en las afueras de la oficina, al borde de la banqueta contigua a la reja que da acceso al edificio institucional; abordo el coche y ya sentado en el sillón de conductor abro el cristal de mi lado y busco el cinturón de seguridad para ponérmelo; antes de lograrlo, de reojo veo una persona que se me acerca, volteo a mirar y en ese momento recibo un golpe en el mentón derecho que me partió el labio inferior haciéndome sangrar tanto externa como internamente.
Un segundo golpe me arrebata los lentes lastimándome el tabique nasal. Reconozco que mi agresor era el compañero de trabajo Antrop. Manuel de Jesús Rubio Canul, quien sin mediar palabras abre violentamente la portezuela de mi carro, al que no había logrado ponerle seguro, y nuevamente me cae a golpes.
Al ver que por lo reducido del espacio no podía golpearme a su antojo, me toma del brazo izquierdo e intenta arrastrarme afuera del coche mientras continuaba dándome de golpes. Pongo el pie izquierdo en el borde del carro para apoyarme y evitar que me saque y me toma del pie tratando de arrastrarme. Para evitarlo, me cuelgo del volante y del borde de carro hasta que mi zapato se me sale del pie. Sin embargo, logra mantener agarrado mi pie y aprovecha para golpearme el pecho con el zapato, debido a que lo tenía totalmente desprotegido. Con mentadas de madre y palabras soeces e intercalando golpes, intenta bajarme del coche, según él, para decirme en mi cara y sostener si eres hombre lo que andas diciendo de mí.
Contra todos sus esfuerzos de bajarme del coche, yo hice el esfuerzo de evitarlo ya que éste (el coche) me servía de protección. Toda la agresión, fue presenciada por las compañeras Diedri y Zulemi, quienes ingresaron a la Unidad este año y son incondicionales de Manuel Rubio Canul.
Hasta que ellas vieron que Manuel no pudo bajarme del coche, se acercaron a llamarlo hasta convencerlo que me dejara. Manuel se retira junto a mi coche, con un rosario de insultos y amenazas de que va a partirme la madre cuando me encuentre en la calle."
Esto no fue lo único que hizo su representante sindical, sino que hubieron otras agresiones y amenazas al prócer maya yucateco. Parece que la decadencia de los sindicatos ya ha llegado a las actitudes latifundistas y castigadoras de sus cabecillas para con los agremiados, pues cuando no bastan las palabras y los argumentos para mantener a sus huestes dentro del redil, recurren a las peores prácticas para el escarmiento y la persistencia del statu quo.
Por increíble que parezca -no resulta tan inverosímil lo ocurrido cuando se nació en Yucatán- en la Tierra del Faisán y del Venado no pasó nada, ni siquiera porque el agredido es una personalidad reconocida internacionalmente y de gran valía para la cultura.
Siendo la tónica actual en este país la impunidad, pues no parece existir justicia más que para los consumidores voraces y los fans de los realities televisivos, oligárquicos, políticos y presidenciales, no resulta extraño que ocurran estas desgracias, pues la descomposición social y política de México ya rebasa las fronteras de lo que creíamos posible.
En este sitio nos solidarizamos con el maestro Feliciano Sánchez Chan, con los intelectuales mayas que tienen que vivir a diario la discriminación étnica persistente en Yucatán, así como con el pueblo maya, tan maltratado y tan dejado de la mano de Dios, pero que se mantiene en pie por la fuerza y la estrategia de su orgullo.