jueves, 10 de mayo de 2012

16. MI VOTO A LA VENTA

Clase gobernante y oligarquía
con el poder en México (Quadri included):

Estimados Sres:

En estos días pre-electorales, cuando sus actores buscan seducirnos con el juego electoral, además de lo chocante de la invasión a nuestro espacio privado por parte de las campañas -por muy legal que sea ese dispendio-, resulta ya irrisorio que pretendan seguirnos tratando como si todos hubiéramos crecido viendo El chavo del ocho, o como si todos hubiéramos aprendido lo que es la vida con las telenovelas.
Les hago saber que estoy en la difícil decisión entre anular mi voto o votar por alguien, quizá el menos peor o el que parezca menos incoherente. No obstante, lo pienso mucho porque las elecciones de este país son las más caras del planeta, y me sentiría muy responsable en caso de no votar o anular mi voto, pues sería como si participara en uno de los roles más esperados por ustedes: El abstemio o el anulador.
Por este motivo, y dado que constantemente nos llaman ustedes a ser emprendedores y a hacer una empresita -de perdis, un changarrito- he decidido que lo mejor será poner mi voto a la venta. O sea, dado que el voto es mi derecho y es mío -y no es como el IFE lo quiere enfocar recientemente: Como si fuera un privilegio u honor y propiedad de alguien más- entonces puedo hacer con él lo que se me pegue en gana, y creo que me interesa que me reditúe alguna ganancia
He pensado dos cosas: ¿Cuánto podría costar mi voto? Y ¿qué condiciones le pondría a mi cliente comprador? La segunda pregunta que me hago es porque en este país ustedes nos han enseñado, y hemos aprendido, que quien nos vende quiere que seamos compradores leales, que nos aguantemos la pobre calidad de lo que nos ofrecen y todavía que nos traguemos la publicidad que le hacen, además de seguir comprando. Por este motivo, he pensado lo siguiente:
1) Mi voto no valdría menos de mil pesos al contado; nada de "te lo pago luego" o "que Dios te lo pague" o "¿aceptas cheques o bonos?
2) La transacción se podría hacer hasta el último día de junio de este año 2012.
3) La venta de mi voto estaría sujeta a un contrato, donde ustedes serían el cliente y yo sería el ofertante. Para que no se espanten, los términos de ese contrato incluirían algo como lo que sigue:
A. En caso de ganar la elección, quien gane con mi voto deberá gobernar para mí, o sea, en mi favor y no causándome perjuicio.
B. El que gane con mi voto deberá atender los grandes problemas nacionales que me afectan: Inseguridad, pobreza, baja calidad educativa, ampliación de la cobertura de los servicios de salud, expansión y mejora de la infraestructura urbana, justicia hacia los grupos vulnerables, conservación del medio ambiente, resguardo y salvaguarda del patrimonio nacional, y los otros que señalen las evaluaciones y las encuestas de opinión.
C. El que gane con mi voto deberá buscar reducir la corrupción, aumentar la productividad y la calidad del desempeño de la burocracia, reducir los gastos de externalización hacia la población, y resolver los otros asuntos relacionados que señalen las evaluaciones y las encuestas de opinión.
D. En caso de incumplir alguna de las cláusulas de este contrato, el ofertante podrá exigir la destitución del cargo de quien gane con su voto.
El contrato sería firmado por el candidato a presidente de su preferencia, como parte clientelar, y un servidor como el ofertante. Por supuesto, este contrato se haría ante un notario acreditado.
Este instrumento contractual requiere lealtad para conmigo de parte de quien quede como presidente con mi voto, además de que se deberá aguantar cuando le diga que algo que haga esté mal, así como tomar en consideración mis opiniones para llevar un mejor gobierno que, como dicen las cláusulas, no me perjudique y más bien me beneficie.
Deseo que tomen las mejores decisiones en este difícil momento en que buscan conservar sus fueros, por lo que si ustedes están interesados, me pongo a sus órdenes para recibir sus propuestas económicas en el correo que viene en este blog.
Reciban un cordial saludo.

REG

domingo, 1 de abril de 2012

15. EXTERNALIZACIÓN a la mexicana

Las instituciones y las empresas no son obras individuales o personales al 100%, ni obra de un ser extraordinario al que llamen "emprendedor", "self-made man" o con otro nombre de los que nos recetan en este mundo tan enfilado hacia una visión gerencial de la vida. A lo más, los emprendedores, los empresarios y otros promotores de su propio desarrollo patrimonial pueden generar ideas y acumular medios de producción y otros activos, para lo cual requieren del apoyo de otros.
Desde siempre, las instituciones y las empresas han necesitado la concurrencia de la sociedad para poder salir adelante, sea a través de los clientes o usuarios que adquieren o reciben sus productos o servicios, de los creadores o innovadores interesados en mejorar lo que ofrecen, o a través de otros inversionistas deseosos de aumentar sus propias ganancias sin temer al riesgo y confiando en las promesas que les hacen.
Esas instituciones o empresas no podrían hacer lo que se proponen sin esa concurrencia social, de manera que acuden a una práctica que consiste en pasar parte de los costos y el esfuerzo de la producción, distribución y venta directamente a sus clientes y usuarios. Así, un ejemplo muy a la mano son las estaciones de gasolina en México, donde los vendedores no tienen un sueldo y dependen de las propinas de los compradores del producto, además de que las gasolineras les obligan a ofrecer y convencer a esos clientes de aceptar comprar otros productos para el automóvil. De esta forma, el sistema de propinas se convierte en el modo de ingreso de los trabajadores de las gasolineras, a la vez que es una ahorro para los empleadores, que de esta forma reducen a casi nada los gastos de gestión de recursos humanos, obtienen personas que les reditúan ingresos y se ahorran el tener que pagar prestaciones.
Con algunas modificaciones, el sistema de propinas es utilizado de modo compensatorio en muchísimas instituciones y empresas que no pagan o que dan chiqui-salarios a sus empleados: Restaurantes, hoteles, supermercados, iglesias, autobuses, y hasta en instituciones públicas donde se debe dar un regalito al burócrata -a modo de propina- para que haga su trabajo.
El sistema de cuotas es otra forma de externalizar los costos de las instituciones y las empresas. De esta manera, el funcionamiento mismo de un servicio o la generación de un producto pueden depender de la entrada de cuotas que se impongan a los clientes o usuarios. A modo de ejemplo, en estos momentos vemos en la televisión que el Partido Verde Ecologista denuncia que se suprima la obligación de pagar cuotas en las escuelas públicas. Sin embargo, ese mismo partido no sugiere cómo se resolverían los problemas que se atienden con el sistema de cuotas en esas escuelas. Por supuesto que de inmediato podríamos pensar que eso es responsabilidad del gobierno, aunque el punto es que nunca ha dejado de ser responsabilidad de nuestro gobierno, no obstante que el mismo no ha sido ni es capaz de resolver esta situación, sino que más bien provoca que haya las cuotas como solución a su propia incompetencia.
El sistema de colaboración económica, el intermediarismo y otras manifestaciones de la externalización son cosa común y cotidiana en el mundo en que vivimos. Así, recientemente denunciamos en este sitio el modo de proceder de la empresa Gas Natural Fenosa, misma que carga los gastos de renovar sus equipos medidores a las familias. Pero no se piense que esta es la excepción, pues la Comisión Federal de Electricidad y el mismo Sistema de Aguas hacen lo mismo.
Agreguemos que multitud de gestiones, de reproducciones de documentos y de traslados los tienen que realizar los mismos clientes o usuarios, y deben hacer esto al tiempo de que realizan pagos por servicios que podríamos suponer que les deben ahorrar el hacer estos trámites. Pero así es la cosa... y los mexicanos hemos sido educados para esto por la escuela, los medios, las familias, nuestras amistades, los lugares donde trabajamos... Es la atmósfera toda que nos rodea.
La externalización es algo necesario, no lo negamos, y es parte del pacto que la sociedad realiza con las instituciones y las empresas para que puedan funcionar. Pero algo malo debe estar ocurriendo cuando el Instituto Federal Electoral enfatiza en sus comunicaciones que los funcionarios de casilla para las próximas elecciones tendrán el honor de ser elegidos, en lugar de enfocarlo como un deber ciudadano. Algo todavía peor ocurre cuando estamos en vísperas de la desaparición del pago del impuesto a la tenencia para los automóviles -que surgió como una forma de absorber los gastos para realizar un evento deportivo mundial en México- y en todo el país los gobiernos ya perfilan otras formas de pago para obligar a la ciudadanía a soportar gastos de todo calibre.
El acabose está ocurriendo ahora en el estado de Coahuila, donde el anterior gobernador no ha podido comprobar erogaciones millonarias que se hicieron durante su gestión, y el actual gobernador -quien es hermano del anterior gobernante- llegó al puesto aumentando impuestos e imponiendo una política de austeridad a la población, que así deberá pagar los errores de su pariente. Esta es otra forma de externalizar los gastos de la incompetencia, que los mexicanos ya habíamos probado antes con el FOBAPROA.
La externalización debería ser justa, pero en el país de la impunidad y la corrupción eso es pedir al cielo algo demasiado grande, casi un milagro que la visita de un Papa nunca nos va a dar, aunque haya acudido hace poco a las santísimas tierras del Bajío y su presencia ya nos esté bañando con los sanos efluvios del pensamiento más retrógrado.
La cuerda se sigue estirando y la población sigue aguantando ante las formas de externalización más despiadadas y no siempre sutiles, que en el fondo ocultan grandes injusticias a veces legalizadas, pero no por ello menos injustas.
¿Hasta cuándo se acabará esta fiesta en que vivimos los mexicanos?

miércoles, 22 de febrero de 2012

14. LA BIBLIOTECA AMOROSA

Un amigo me compartió su inquietud por delinear cómo sería una biblioteca amorosa para la república amorosa que propone Andrés Manuel López Obrador. Luego de reflexionar, y de revisar el texto de Fundamentos para una república amorosa, mismo que aparece referenciado abajo, se me ocurren las siguientes ideas basadas en el concepto que allí se propone:
1) Una biblioteca amorosa debe ser parte del movimiento de regeneración nacional, o sea, debe servir para regenerar la estructura social y económica de México.
2) Partiendo de las tres ideas rectoras de la noción de república amorosa (honestidad, justicia y amor), tendríamos que los bibliotecarios deben ser más honestos consigo mismos, con sus instituciones y con su profesión. Pero esto sólo podría lograrse a partir de la crítica, y sobre todo de la auto-crítica, que no es frecuente y tanta falta hace en el ámbito bibliotecario nacional.
3) En relación a la justicia, deben responsabilizarse los bibliotecarios del acceso a la información en todos los órdenes, y no sólo quedarse a esperar en sus bibliotecas a que lleguen quienes puedan pasar todas las barreras que hay en el camino a la información. Sólo habrá democracia con personas informadas, por lo que mantener las cosas como están, con todas las barreras impuestas a la información, sería una gran irresponsabilidad y los bibliotecarios tendrían que ser señalados por ello.
En particular, deben velar por el acceso a la información que requieren los pobres, los indígenas, los grupos vulnerables de este país. Llevar información a los sitios apartados y a los de reclusión (hospitalaria, carcelaria y de otro tipo).
Otro aspecto de la justicia, consistiría en involucrarse en la difusión de la información sobre empleo, sobre valores y sobre oportunidades de mejora de la calidad de vida.
4) La idea del amor tiene que ver con los valores. Sobre este punto, es importante señalar que la biblioteca no puede ser ajena a los valores, aunque tampoco los debe imponer como un candado para negar el acceso a la información y el conocimiento.
La diversidad, el respeto y la tolerancia deben ser los valores que la biblioteca exalte en todos los órdenes para asegurar el acceso a la información y el conocimiento, junto a aquellos otros que se propongan en el plano social nacional.
En resumen, la biblioteca amorosa tendría un bibliotecario amoroso, honesto y justo, además de que sería alguien muy compenetrado en el acontecer nacional.

Bibliografía

López Obrador, A.M. (s.d.). Fundamentos para una república amorosa. Regeneración: El periódico de las causas justas y del pueblo organizado. Localizado: 21 feb. 2012. En: http://www.regeneracion.mx/portada/270-270/1742-regeneracion-no23-fundamentos-para-una-republica-amorosa.

sábado, 18 de febrero de 2012

13. CONTROL DE DAÑOS

El 11 de septiembre de 2001, cuando escuché sobre los actos terroristas que acababan de ocurrir en Estados Unidos, busqué en mi computadora el sitio del periódico El Universal, y apareció ante mis ojos una nota que decía brevemente que el Ejército Rojo japonés se hacía responsable de esos actos. Poco después, un alterado presidente Bush decía en la televisión que la inteligencia estadounidense había detectado que los responsables eran los talibanes aposentados en Afganistán, quienes operaron bajo las órdenes del rico árabe anti-yanki Osama Bin Laden.

El gobierno de Afganistán rechazó de inmediato las acusaciones de Bush, pero eso no bastó para que se ejecutara un operativo para invadir y devastar ese país, y luego mantener la presencia estadounidense, además de entregar las reservas de petróleo y el control de la economía a empresarios afines al gobierno norteamericano.

Lo más singular de toda esta historia es que la nota del periódico El Universal desapareció poco después de la acusación que hiciera Bush, y luego fue imposible encontrarla. Buscando por otros medios, pude saber que existe un Ejército Rojo en Japón, que realiza actos de sabotaje y terrorismo de diversa índole. Por supuesto, esto que escribo puede prestarse a muchas interpretaciones, desde las teorías del complot hasta querer justificar al gobierno estadounidense.

En aquellos días, también pude saber un poco de lo que se llama "control de daños", que incluye en buena medida la supervisión y censura de los flujos de la información que llega a la población. Los medios de comunicación en Estados Unidos son muy dados a hacerlo, pero no es su prerrogativa, pues en realidad todos los países lo llevan a cabo, y tenemos un ejemplo muy claro en México, donde ahora hay un control de la información que tiene que ver con todos los aspectos de la guerra que ha emprendido nuestro gobierno contra el crimen organizado y el narcotráfico.

A todos nos resulta obvio -aunque no siempre es justificable- que se requiera controlar cierta información: Por ejemplo, la información de la que depende la seguridad nacional, o la información de la vida privada de las personas. No obstante, una diferencia que podemos notar en la manera como se controla la información en México y en Estados Unidos es la planeación, pues parece que en nuestro país sólo se hacen acuerdos con los periodistas o se tapan parches en la materia, en tanto que en la nación del norte hay todo un entramado de participantes involucrados conforme un plan.

No obstante, en la situación actual de guerra en que se encuentra nuestro país resulta que el control de la información, esto es, el control de los acontecimientos, de los acuerdos del gobierno mexicano para permitir que la DEA, la CIA y otros agentes estadounidenses operen en nuestro territorio, así como el ocultamiento de la información sobre las redes de corrupción e impunidad en el gobierno, en la policía o en el propio ejército, que están siendo afectadas en México y a veces se exhiben por la hebra más flaca, muchas veces sólo resulta en confusión, suspicacia e incertidumbre, por lo que más que un control de daños, parece que se está generando más daño en la población al pretender mantenerla ajena a lo que está a ojos vistas.

No faltan quienes señalan que la manipulación de las percepciones sobre la espiral de violencia en México es una estrategia electoral. Tampoco quienes aseguran que el "problema de la violencia" sólo atañe a los estados fronterizos del norte de México, y que el sur no tiene que ver. Están también los que responsabilizan por incompetencia y por hacer mal la estrategia al gobierno, la policía y el ejército mexicanos. Pero es de notar que todas estas opiniones se basan en la desinformación que resulta del pretendido control de daños que se realiza en nuestro país.

¿Hasta cuándo seguirán pensando nuestro gobierno y nuestras élites que somos personas que aún no alcanzamos la ciudadanía, y que no merecemos su respeto a nuestro derecho a estar informados?