sábado, 30 de abril de 2016

18. CONSTITUYENDO EL CONSTITUYENTE PARA LA CONSTITUCIÓN DE LA CIUDAD DE MÉXICO

En todos los medios nos bombardean ahora con invitaciones de los políticos a votar el próximo 5 de junio para seleccionar una parte de quienes conformarán la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México.
El hecho es que esta urbe dejará de ser una cosa aparte en el ámbito político nacional para transformarse en una entidad más de ese panorama político, como si eso fuera la gran cosa ante la situación actual de los estados que integran la pretensa "Federación" mexicana. Al respecto, basta ver cualquiera de las regiones del país para notar la presencia de cacicazgos políticos, feudos de comunicadores y dizque intelectuales que les soportan, así como una población dividida en dos: Por una parte, la clase media baja estupidizada, que se siente parte de algo superior a su realidad, y llenando su entorno una mayoría pobre en cuerpo y espíritu.
¿Algo cambiaría en la Ciudad de México al ser un nuevo estado? Si, habría más chambas y huesos para los políticos. Nada más se avizora en el horizonte.
Lo triste es que esta es una ciudad singular y única por los micromundos que la habitan. En referencia a esto, basta salir un poco de las rutas cotidianas para encontrar otras realidades distintas dentro de este mismo espacio; o sea, no es lo mismo vivirse en Coyoacán que en Iztapalapa o en el Centro Histórico. Son realidades tan distintas, pero que conviven en el mismo sitio, y con la posibilidad de que sus habitantes circulen entre ellos, aunque siempre lo realicen sin dejar de ser lo que son.
En los últimos años, la participación ciudadana ha abierto nuevas posibilidades al ciudadano promedio, que en muchos casos han sido utilizadas para la mejora de su hábitat, repercutiendo así en su forma de vida. En este sentido, el hecho de que fluyan recursos hacia la ciudadanía, permitiéndose a ésta elegir la forma en que se aplicarán, ha venido a conferir cierta autoridad a los que sólo quieren alejarse de la política por el asco que les provocan las infamias de los políticos.
La importancia de la participación ciudadana se nota más al salir a los estados del interior, en donde no existen mecanismos parecidos a los que hace más de una década se tienen aquí. ¿Entonces para qué querer convertir la ciudad en otro estado?
El gran riesgo es que los derechos se conviertan en privilegios y dádivas, lo cual es un deporte y casi arte para los políticos de todo pelo que deambulan en las casillas electorales buscando nuevos huesos para roer.
Por ello, cambiar el estatuto de esta ciudad es muy probable que sólo sirva a la familia política que nos gobierna, y que los ciudadanos de a pie sigamos a pie, esperando la magnanimidad de los políticos seleccionados, y pidiendo a Dios que no salga uno que sea malo con nosotros.
O sea, que se repetirá la fórmula gatopardista de NADA + NADA (VIP) = NADA.
Con esto a la vista, es recomendable hacer una agenda para el olvido y el entretenimiento el próximo 5 de junio.