Clase gobernante y oligarquía
con el poder en México (Quadri included):
Estimados Sres:
En estos días pre-electorales, cuando sus actores buscan seducirnos con el juego electoral, además de lo chocante de la invasión a nuestro espacio privado por parte de las campañas -por muy legal que sea ese dispendio-, resulta ya irrisorio que pretendan seguirnos tratando como si todos hubiéramos crecido viendo El chavo del ocho, o como si todos hubiéramos aprendido lo que es la vida con las telenovelas.
Les hago saber que estoy en la difícil decisión entre anular mi voto o votar por alguien, quizá el menos peor o el que parezca menos incoherente. No obstante, lo pienso mucho porque las elecciones de este país son las más caras del planeta, y me sentiría muy responsable en caso de no votar o anular mi voto, pues sería como si participara en uno de los roles más esperados por ustedes: El abstemio o el anulador.
Por este motivo, y dado que constantemente nos llaman ustedes a ser emprendedores y a hacer una empresita -de perdis, un changarrito- he decidido que lo mejor será poner mi voto a la venta. O sea, dado que el voto es mi derecho y es mío -y no es como el IFE lo quiere enfocar recientemente: Como si fuera un privilegio u honor y propiedad de alguien más- entonces puedo hacer con él lo que se me pegue en gana, y creo que me interesa que me reditúe alguna ganancia
He pensado dos cosas: ¿Cuánto podría costar mi voto? Y ¿qué condiciones le pondría a mi cliente comprador? La segunda pregunta que me hago es porque en este país ustedes nos han enseñado, y hemos aprendido, que quien nos vende quiere que seamos compradores leales, que nos aguantemos la pobre calidad de lo que nos ofrecen y todavía que nos traguemos la publicidad que le hacen, además de seguir comprando. Por este motivo, he pensado lo siguiente:
1) Mi voto no valdría menos de mil pesos al contado; nada de "te lo pago luego" o "que Dios te lo pague" o "¿aceptas cheques o bonos?
2) La transacción se podría hacer hasta el último día de junio de este año 2012.
3) La venta de mi voto estaría sujeta a un contrato, donde ustedes serían el cliente y yo sería el ofertante. Para que no se espanten, los términos de ese contrato incluirían algo como lo que sigue:
A. En caso de ganar la elección, quien gane con mi voto deberá gobernar para mí, o sea, en mi favor y no causándome perjuicio.
B. El que gane con mi voto deberá atender los grandes problemas nacionales que me afectan: Inseguridad, pobreza, baja calidad educativa, ampliación de la cobertura de los servicios de salud, expansión y mejora de la infraestructura urbana, justicia hacia los grupos vulnerables, conservación del medio ambiente, resguardo y salvaguarda del patrimonio nacional, y los otros que señalen las evaluaciones y las encuestas de opinión.
C. El que gane con mi voto deberá buscar reducir la corrupción, aumentar la productividad y la calidad del desempeño de la burocracia, reducir los gastos de externalización hacia la población, y resolver los otros asuntos relacionados que señalen las evaluaciones y las encuestas de opinión.
D. En caso de incumplir alguna de las cláusulas de este contrato, el ofertante podrá exigir la destitución del cargo de quien gane con su voto.
El contrato sería firmado por el candidato a presidente de su preferencia, como parte clientelar, y un servidor como el ofertante. Por supuesto, este contrato se haría ante un notario acreditado.
Este instrumento contractual requiere lealtad para conmigo de parte de quien quede como presidente con mi voto, además de que se deberá aguantar cuando le diga que algo que haga esté mal, así como tomar en consideración mis opiniones para llevar un mejor gobierno que, como dicen las cláusulas, no me perjudique y más bien me beneficie.
Deseo que tomen las mejores decisiones en este difícil momento en que buscan conservar sus fueros, por lo que si ustedes están interesados, me pongo a sus órdenes para recibir sus propuestas económicas en el correo que viene en este blog.
Reciban un cordial saludo.
REG