Desde hace casi una década comenzamos a escuchar cada vez más sobre los mexicanos que viven en Estados Unidos. Es así que notamos la importancia de las remesas que envían los trabajadores migrantes desde ese país, nos enteramos de como se confunden en una colorida ensalada mediática las historias de los migrantes con las historias de los chicanos y otros latinos, encontramos en los medios historias de éxito de descendientes de mexicanos, aunque ya casi no hablen español, y vemos con asombro el gran impulso que le da la clase política de este país al voto en el extranjero, metiendo en una misma bolsa a los viajeros, los migrantes, los chicanos y los latinos.
En verdad, luego de oir, ver y no poder evitar la catarata de noticias que nos asaltan sobre los mexicanitos que andan por el extranjero, o sus hijos o nietos nacidos por los rumbos del país del norte, uno se pregunta qué demonios está haciendo en este México de pobretones, inseguros, mediocres, perdedores, indios, deprimidos, corruptos, vivales y otro glosario de palabras que son frecuentes en nuestros discursos cotidianos. La gran confusión que nos orilla a estos desatinados pensamientos resulta de una realidad que deprime, al darnos cuenta de lo poco creativos que son nuestros medios de comunicación, lo poco mexicanos que son nuestros gobernantes, legisladores y jueces, así como lo estúpida que parece nuestra población mediana, aún más en períodos futboleros, de luchas, de box o de cualquier cosilla que engatuse en una ilusión de libertad su única neurona sobreviviente.
De verdad, duele ser mexicano cuando vemos que las necesidades más sentidas de nuestro país no se resuelven, y que se inventan otras por la magia de los discursos y las acciones no planeadas de gobernantes bobalicones, impunes e inamovibles.
Recuerdo que durante el sexenio de Zedillo una mujer escribió en la sección "Correo del lector" de La Jornada que ante el desastre nacional quería el exilio y nacionalizarse sueca, y pedía informes para poder lograrlo. No dudo que más de uno diría ahora lo mismo, quizá para convertirse en gringo.
¿Qué podemos hacer? Nosotros, pobres mexicanitos..., muchos de los cuales acostumbramos responder "mande" o "mande usted" a la menor aproximación..., con una actitud cultural servil desde la primera respuesta. ¿Qué podemos hacer? Creo que debemos ejercer una resistencia civil pasiva contra quienes detentan el poder: Político, económico, cultural, social... Sólo reconociéndonos como ciudadanos y ejerciendo nuestros derechos y obligaciones con completa convicción es como podremos hacer algo. Este ejercicio ciudadano debe incluir la información y la resistencia pasiva, o sea, la manifestación que impida que los males continúen, aunque eso implique revocar decisiones ciudadanas, así como estar más informados de lo que ocurre en nuestro país, y no menos de lo que pasa con los mexicanos que por las buenas o por las malas se fueron al extranjero, y que por lo mismo no les corresponde decidir lo que nos toca a quienes nos quedamos aquí.
A los dormidos se les debe despertar, pues la narcolepsia ocurre a muchos a nuestro alrededor, quienes confunden la humildad con la falta de compromiso, o quienes prefieren vivir en el reino de la necesidad y siempre estar estirando la mano en espera de lo que les den.
¡Viva la diversidad! ¡Viva la diferencia! ¡Viva la comunión de las conciencias para encontrar solución a las necesidades! ¡Viva yo!
En verdad, luego de oir, ver y no poder evitar la catarata de noticias que nos asaltan sobre los mexicanitos que andan por el extranjero, o sus hijos o nietos nacidos por los rumbos del país del norte, uno se pregunta qué demonios está haciendo en este México de pobretones, inseguros, mediocres, perdedores, indios, deprimidos, corruptos, vivales y otro glosario de palabras que son frecuentes en nuestros discursos cotidianos. La gran confusión que nos orilla a estos desatinados pensamientos resulta de una realidad que deprime, al darnos cuenta de lo poco creativos que son nuestros medios de comunicación, lo poco mexicanos que son nuestros gobernantes, legisladores y jueces, así como lo estúpida que parece nuestra población mediana, aún más en períodos futboleros, de luchas, de box o de cualquier cosilla que engatuse en una ilusión de libertad su única neurona sobreviviente.
De verdad, duele ser mexicano cuando vemos que las necesidades más sentidas de nuestro país no se resuelven, y que se inventan otras por la magia de los discursos y las acciones no planeadas de gobernantes bobalicones, impunes e inamovibles.
Recuerdo que durante el sexenio de Zedillo una mujer escribió en la sección "Correo del lector" de La Jornada que ante el desastre nacional quería el exilio y nacionalizarse sueca, y pedía informes para poder lograrlo. No dudo que más de uno diría ahora lo mismo, quizá para convertirse en gringo.
¿Qué podemos hacer? Nosotros, pobres mexicanitos..., muchos de los cuales acostumbramos responder "mande" o "mande usted" a la menor aproximación..., con una actitud cultural servil desde la primera respuesta. ¿Qué podemos hacer? Creo que debemos ejercer una resistencia civil pasiva contra quienes detentan el poder: Político, económico, cultural, social... Sólo reconociéndonos como ciudadanos y ejerciendo nuestros derechos y obligaciones con completa convicción es como podremos hacer algo. Este ejercicio ciudadano debe incluir la información y la resistencia pasiva, o sea, la manifestación que impida que los males continúen, aunque eso implique revocar decisiones ciudadanas, así como estar más informados de lo que ocurre en nuestro país, y no menos de lo que pasa con los mexicanos que por las buenas o por las malas se fueron al extranjero, y que por lo mismo no les corresponde decidir lo que nos toca a quienes nos quedamos aquí.
A los dormidos se les debe despertar, pues la narcolepsia ocurre a muchos a nuestro alrededor, quienes confunden la humildad con la falta de compromiso, o quienes prefieren vivir en el reino de la necesidad y siempre estar estirando la mano en espera de lo que les den.
¡Viva la diversidad! ¡Viva la diferencia! ¡Viva la comunión de las conciencias para encontrar solución a las necesidades! ¡Viva yo!
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